Txapela big size
En Estados Unidos todo es grande. Las calles son anchas, los coches enormes, las plazas de
aparcamiento desmesuradas. Los vasos de agua parecen floreros. Las neveras de las casas son industriales y, cuando abrí el horno del lugar donde me hospedaba, me quedé atónita: era
como el de una panadería. Todo es grande. Así que decidí crear una Txapela Super Big Size
para la comunidad vasco-americana de Boise.
La Txapela Big Size nació durante una residencia artística en MING Studio, en Boise (Idaho), un
territorio donde la diáspora vasca mantiene viva la memoria del pastoreo a miles de
kilómetros de Euskal Herria. En un lugar donde la escala misma se ha convertido en ideología,
una txapela desproporcionada actúa como espejo y como ironía: el exceso como forma de
resistencia.
Para su confección mezclé lana de mis ovejas carranzanas —una raza en peligro de extinción
del Valle de Karrantza— con lana de ovejas Navajo-Churro. Esta última fue la primera raza
ovina domesticada en Norteamérica, traída por los colonizadores españoles en el siglo XVI. Los
pueblos navajo incorporaron pronto esos rebaños a su forma de vida, convirtiéndolos en una
pieza esencial de su economía y su cultura entre los siglos XVIII y XIX.
Exterminar los rebaños Navajo-Churro —como relata Donna J. Haraway en Seguir con el
problema— fue una de las estrategias políticas del gobierno estadounidense en su intento de
“civilizar” a la población nómada navajo. En realidad, un genocidio. La recuperación de la raza
comenzó en los años setenta y, aunque hoy ya no está en peligro de extinción, sigue siendo
una especie rara: símbolo de resistencia, de memoria y de reparación.
Al entrelazar ambas lanas —vasca y navajo-churro—, la Txapela Big Size propone un gesto de
resonancia entre culturas minorizadas, un tejido común entre territorios atravesados por
historias de pérdida, despojo y supervivencia. La pieza no abriga, sino que interpela; no
representa, sino que resiste. Su escala exagerada devuelve la mirada al exceso como forma de
defensa y a la ironía como herramienta política. En ella, la lana —materia humilde y radical—
deja de ser residuo para convertirse en documento, en archivo de memoria y afecto.
La carranzana, sin embargo, sigue amenazada. No solo la oveja, también quienes la pastorean.
En Karrantza, la economía pastoril se desvanece frente al avance del vacuno lechero intensivo,
el modelo productivo que las instituciones promueven como sinónimo de progreso. En ese
contexto, el pastoreo extensivo y la cría de ovejas carranzanas encarnan otra forma de vida:
una economía del cuidado, del tiempo y de la relación con el territorio.
La Txapela Big Size habita la tensión entre desaparición y persistencia. En ella, la materia se
vuelve territorio político: un contrapunto al modelo que mide el progreso en términos de
rendimiento. La unión de ambas lanas —vasca y navajo-churro— plantea una economía del
cuidado frente a la del exceso, y convierte el gesto textil en una forma de resistencia y
reparación simbólica.







