Tengo el culo en un columpio
"Desde entonces,
la viajera de sandalias sin retorno
busca sus huellas.
En el viaje de su columpio,
cada vuelo un horizonte.
Los lugares de su memoria,
un instante en cada espacio…
El lugar de su presente,
de su pasado,
de su ahora,
de su ayer,
de su entonces,
de su antes…
No quiere estar contigo… Solo un instante.".
(catálogo de la exposición Instantes, menosuno. Laurita Siles, 2003)
"Mecerse en el aire o columpiarse es un acto de inversión
ya que se subvierte el orden cotidiano, sin que se domine, ni en el cielo ni en la tierra. Se trata de estar colgando en la nada…. Los pies están en el aire".
(Al vaivén del columpio. Ruiz Mª. J. 2009)
Los primeros tratados de Educación Física valoraban esta actividad como un ejercicio de equilibrio. Según una antigua leyenda, el Dios Baco, los empezó a emplear durante los ritos religiosos y servía para liberar las almas del purgatorio. En algunas regiones argentinas, antiguamente se balanceaban con intención de alcanzar las hojas más altas de un árbol, simbolizando cada hoja el salvamento de un alma.
Los “brahmanes” de la India, creían que cuanto más alto se columpiasen más crecería el arroz. Rodrigo Caro, (1573-1647) en su celebre obra “Días Geniales y Lúdicos” , remonta el rito del columpio a la mitología griega, cuando Erígones se suicidó colgada de un árbol al morir su padre. Las doncellas de Atenas, tomaron la decisión de columpiarse, para intentar buscar su cuerpo; por lo que esta actividad representa un antiguo rito que se practicaba para encontrar los difuntos en el cielo .
Si atendemos al Diccionario de la lengua, de la Real Academia de Española, describe el término columpio, como cuerda fuerte atada en alto por sus dos extremos, para que se siente alguna persona en el seno que forma en el medio, asiéndose con las manos en los dos ramales, y pueda mecerse por impulso propio o ajeno. La capacidad de desplazarse de un medio distinto al que se está habituado, es decir en el aire, así, aprendemos a impulsarnos sin necesidad de estar en contacto con el suelo firme, por lo que nos permite ampliar nuestras experiencias motrices, siempre que dicho impulso lo realice sin ayuda. Pero el columpio, también es un juego de colaboración, antiguamente fue también un espacio de socialización. Como atestigua “Al vaivén del columpio. Fiesta, coplas y ceremonial”, 2009. Una publicación, donde se rescata los últimos testimonios orales de quienes conocieron la costumbre como práctica de jóvenes y recoge las recreaciones literarias de quienes, contemplaban el ritual. Así, podía cantar “un mozo” al observar el balanceo de “una moza” en un columpio:
Arremonta los cordeles,
arremóntalos bien altos,
que parezca una paloma
la niña que está en lo alto.
(canción popular, anónimo)
La práctica de esta actividad –según Maria Jesus Ruíz (2009) – se realizaba entre el inicio y el Carnaval de la primavera y fue censura a partir de la Guerra Civil, llegando a prohibirse hacer columpios en esa época, por considerarse rito carnavalesco. Como anécdota curiosa, el Archivo Histórico de Puerto Real (Cádiz) dispone de un auto de la Alcaldía fechado en 1792 pro-hibiendo el carnaval y entre otras oposiciones encontramos la utilización de columpios tanto en público como en casas particulares. Con el deseo de impedir la reunión lúdica, considerada inmoral y promiscua, entre personas de uno y otro sexo y que podía dar lugar a la aparición de juegos de carácter erótico.
“Tengo el culo en un columpio”
En mi primer piso de estudiantes, en Valencia, tuve la suerte de tener un jardín con columpios. Recuerdo ir a leer, y así dejar volar mente y pies en la lectura. Tal vez, fue entonces; cuando me aficioné al columpio. En el año 2000, mi padre me regalo mi primera cámara de vídeo. Desde entonces y hasta ahora he grabado una gran cantidad de horas: Viajes, reuniones familiares, festivales de música y folklore, trabajos personales, fiestas con amigos, etc. Un día, organizando todo este material, me di cuenta de que tenía un gran número de grabaciones sentada en un columpio, en diferentes partes del mundo. Con la cámara sujetada con una de mis manos; percibiendo él horizonte en movimiento, acompañadas del sonido rítmico que se produce en el balanceo por cada impulso. Y así di forma visual a una frase, que mi familia suele repetirme: “Tienes el culo en un columpio”. Al referirse a que no paro quieta en un lugar. Capture estas imágenes y a partir de ellas, cree algo que denomine video-vida. En él se suceden los diferentes lugares que he habitado o visitado. En cada impulso se sucede un lugar: Marbella, Málaga, Valencia, Madrid, Reikiavik, kulusuk, Vancouver, Montreal, Kansas, Bilbao, Algorta... Fundiendo los cielos o la tierra de cada espacio, con el que le sigue. Con intención de reflejar la vida como una mundo-danza, (reflejo de mis 22 mudanzas) donde los pies están en el aire y la cabeza en equilibrio. Pensando que el día que me quede quieta para siempre, daré por concluida la pieza. La ídea es proyectarlo en una gran sala donde haya un columpio, para que cada espectador en solitario puede visualizarlo sentado en él.
Lo bonito y evocador de este trabajo es la obligación de buscar un columpio en cada nuevo lugar que piso. Disfrutando de un nuevo horizonte con los pies en el aire. Unos momentos de reflexión, donde experimento la sensación de algo familiar, estar en el vaivén de columpio. Tomando la idea de pensar la identidad en este balanceo, la identidad en movi-miento. Me he preguntado en más de una ocasión ¿Qué culpa tiene uno dónde ha nacido? A veces, parece que mucha. El lugar de origen marca nuestra mirada y como nos miran los otros. Lo que es llamado “otredad”, un sentimiento de extrañeza que nos asalta tarde o temprano, bajo la conciencia de la individualidad: ¿De dónde soy? ¿Quien soy?
Yo, soy de Marbella, (una burbuja en Andalucía) cosmopolita y desarraigada de sus tradiciones. Mis amigos de la infancia son de orígenes diversos: Siria, India, Alemania, Madrid, etc. Y mi familia no es de origen marbellí, tampoco. Mi hermana y yo somos las únicas nacidas en Andalucía; después de tres generaciones viviendo en el exilio, en el país vecino, en Marruecos. Ahora, llevo diez años fuera de Andalucía. He vivido en 4 países y 6 ciudades diferentes. Estos lugares junto a sus costumbres, expresiones (a la hora de hablar), recetas de comida, canciones, instrumentos de música, etc. En definitiva, algo de la cultura de cada uno de estos sitios; forma parte de la construcción de lo que soy.
En el ámbito de los artístico, muchos artistas utilizamos, creativamente elementos procedentes de diferentes culturas. Adaptando las influencias culturales externas a nuestros propios valores culturales, demostrando, así, la capacidad para absorber determinados elementos. En este sentido, se producen hibridismos culturales muy curiosos y mezclas entre los substratos culturales.
Los sere humanos tienemos necesidad de novedades y curiosidad hacia las cosas que vienen de fuera, tanto para el que vive en una gran ciudad como el que lo hace en los lugares más remotos. También podeemos añadir el hecho de que el contacto con otras culturas, la influencia recíproca entre culturas es el motor de cambio social y cultural y la esencia del desarrollo de gran parte de los productos culturales.